Soy Sofia y soy terapeuta energética. Acompaño a las personas que, como yo en su momento, buscan entenderse, encontrarse, dejar de luchar para descansar en el amor que son. Además, combino mis terapias con la consultoria internacional trabajando para organizaciones internacionales de desarrollo como Naciones Unidas.
Mi acompañamiento se basa en una combinación de técnicas que he aprendido e interiorizado basadas en la filosofía del yoga, el coaching y el chamanismo. Pero por encima de todo, se basan en mi trabajo personal que es continuo, porque nuestra evolución es eterna y nuestro crecimiento y expansión como seres humanos y como espíritus también.
Soy una apasionada de las personas, desde muy pequeña mostraba mucha sensibilidad por los sentimientos y emociones de los demás. Siempre he tendido a dejarme llevar más por mi intuición que la razón, con el tiempo me he dado cuenta de que la intuición es la que ha guiado las decisiones más importantes de mi vida.
Estudié en la universidad, pero en vez de escoger carreras relacionadas con la psicología me decanté por el derecho. Lo vi como una puerta hacia el mundo internacional y a poder viajar así que al acabar, me saqué el master en Relaciones Internacionales en el extranjero y desde allí empecé a viajar y a vivir en diferentes países de Europa y Latinoamérica durante 10 años.
Influenciada por mi educación jesuita y otras variantes familiares siempre he sentido la necesidad de ayudar a los demás, aportar mi granito de arena para crear un mundo mejor. Lo mostraba a través de mis parejas, mis amistades e incluso mi trabajo (escogí trabajar en la ayuda al desarrollo). Ello me conllevaba a un profundo desgaste, me perdía en los problemas de los demás y no sabía separar lo que era mío y lo que no. Quería sentirme útil y verdadera pero también querida y aceptada. El tiempo me ha enseñado de que detrás de esta necesidad de “ayudar” se escondía una fuerte inseguridad y una necesidad de control. Ofrecía mi ayuda desde una posición superior, manipulaba inconscientemente a las personas para que estas me necesitaran y alimentaba la necesidad de sentirme importante ante ellas para que me quisieran y no me abandonaran.
Cuando empecé a darme cuenta de todo eso, tuve una profunda crisis personal. No me reconocía, no sabía hacia donde ir, todo lo que creía que era verdad en mi se desmoronaba…Empecé a darme cuenta que había aspectos en mi vida que fluían muy bien pero que en otros encontraba siempre problemas, dificultades y situaciones que me hacían infeliz.
Comencé a ver que la única responsable que atraía esas situaciones y personas era yo. Reconocí que no podía cambiar mi entorno ni las circunstancias que me rodeaban si no empezaba primero por una sanación y un cambio interior.
Decidí pedir ayuda, empecé con la psicoterapia que fue la que me permitió arrancar el camino hacia mí pero también a entender que el trabajo mental no era suficiente. Conocí el Yoga y la meditación que fueron la entrada hacia un mundo más espiritual que la religión nunca me dio. Ambos me ayudaron a ponerme en contacto con mi cuerpo, a reconocerlo, a cuidarlo. Accedí al silencio de la mente, al control de mi pensar, al sentir de mi corazón. Aprendí a sentir mi energía y a la vez ser más consciente de mis limitaciones, mis propios bloqueos.
Después de viajar a la India y de sacarme el profesorado de Yoga, me saqué un título de coach y volví a mi lugar de origen, Barcelona. Seguía sintiendo que quería ir más allá en mi proceso de sanación y fue allí cuando conocí a la chamana Uné Romero y aprendí sobre el chamanismo y la sanación energética scha.ki. Un chamanismo sin flores ni atuendos, tampoco alucinógenos, un chamanismo que me enfrentó a mi ego y mis miedos más profundos y también a mí sanación más verdadera.
Aprendí a dejar de centrarme en los demás para poder sentirme, dejar de poner el foco fuera para volverlo hacia dentro, donde más dolía, donde mi ego se imponía. Gracias a mi evolución y cambio, convertí mis ganas de ayudar en mis ganas de acompañar a las personas por su camino de vida, de evolución, de apertura de conciencia.
Hoy en día vivo con mi familia en Barcelona. He aprendido a tener una verdadera relación de pareja que ha dado fruto a dos maravillosos hijos. He aprendido también a disfrutar la vida de una forma diferente, más consciente y más centrada en el presente. He aprendido a confiar en mí, a quererme por lo que soy y a aceptar que puedo dedicar una parte de mi tiempo a trabajar como consultora para organizaciones internacionales y otra parte de él a acompañar a personas que como yo en su momento, buscan entenderse, encontrarse, dejar de luchar para descansar en el amor que son. Y mientras tanto, mi trabajo personal continua, porque nuestra evolución es eterna y nuestro crecimiento y expansión como seres humanos y como espíritus también.