Si traduzco la palabra «sanación» al inglés, la traducción sería HEALING, una palabra que me encanta por su sonido y por la manera en que se pronuncia. Healing se traduce como «el proceso de volver a estar bien» (the process of becoming well again) o «recuperar la totalidad» (making whole again). Estas definiciones sugieren que, en esencia, somos seres completos y abundantes.
La sanación nos guía hacia nuestra propia esencia, ayudándonos a reconectar con esa totalidad interior que, en última instancia, es AMOR. Aquí es crucial entender la relación entre cuerpo, mente y espíritu. La medicina y la psicologia moderna suele centrarse en la curación del cuerpo físico y la curación de las dolencias de la mente, ignorando con frecuencia las dimensiones más profundas del ser, como nuestro lado espiritual . La sanación, ve al cuerpo como una manifestación de algo más profundo, un espíritu que algunos llaman consciencia ligada a nuestro cuerpo físico pero a la vez conectada con esa totalidad que también necesita ser reconocida, cuidada y escuchada.
¿Qué nos dice la sanación?
La sanación nos habla de CONEXIÓN, conexión con nuestro propio ser, con ese amor, y por ende, conexión con los demás y con nuestro entorno. Sanamos a medida que conectamos y nos relacionamos, tanto con nosotras mismas como con los otros. Esa relación y esa conexión es la que nos permite llegar a experimentar ese AMOR.
¿Qué sanamos?
Sanamos todo aquello que nos aleja del amor y nos desconecta de nuestra esencia. Sanamos las heridas emocionales, tanto las de nuestra infancia como las que hemos heredado de generaciones anteriores o incluso de vidas pasadas. Estas heridas se manifiestan en menor o mayor forma de muchas formas: miedos, ansiedad, pensamientos repetitivos, autoexigencia, perfeccionismo, y también en el cuerpo físico, a través de dolencias y enfermedades. Las heridas representan todo aquello que hemos reprimido u oprimido, todo aquello que no nos hemos permitido sentir por falta de seguridad. Las heridas nos mantienen en alerta constante y son las que no nos dejan vernos ni escucharnos, nos desconectan de nuestro propio ser.
¿Qué nos sana?
Para sanar y reconectar con nuestra esencia, es necesario aprender a amarnos tal como somos, y esto implica reconocer y abrazar nuestras heridas y nuestra propia VULNERABILIDAD.
Nuestras emociones —ya sea la alegría, la tristeza, la rabia o el miedo— nos hacen vulnerables, y esa vulnerabilidad nos recuerda nuestra humanidad. El sufrimiento, la enfermedad y la cercanía a la muerte del cuerpo físico también nos conectan con esa vulnerabilidad, y por eso, a menudo, son experiencias profundamente sanadoras y transformadoras.
Cuanto más abracemos y aceptamos nuestra vulnerabilidad, más conectados estamos a nuestra esencia y más expandimos nuestra energía . En cambio, cuanto más la reprimimos, más contraemos nuestra energía, lo que nos aleja de nuestra esencia.
¿Cómo experimentamos la sanación?
Sanar implica reconocer nuestra humanidad y permitirnos la libertad de ser y sentir. Significa aprender a conectar con nosotros mismos y con los demás desde un lugar de mayor seguridad, apertura y aceptación, desde una mayor compasión. En esa libertad de ser es cuando nos reconectamos con esa esencia.
Te invito a que reflexiones sobre tu propio camino de sanación y te preguntes: