«We are not human doings, we are human beings»
Es una afirmación que he tratado de decirme mucho durante los últimos años, sobre todo cuando tenía que responder a las personas que no me conocen y no saben nada de mí o cuando yo misma era la que preguntaba. ¿ y tú qué haces? Pues bueno, en mi caso hago de madre, pareja, amiga, hija, hermana, pero sobre TODO hago consultorías y terapias energéticas. Viéndolo así, yo la verdad es que hago muchas cosas, aunque la sociedad o a veces yo misma, tienda a valorar unas pocas.
¿Entonces es cuando me pregunto, ¿es esta la verdadera pregunta? ¿Qué haces? Es fácil responderla, sobre todo cuando tienes un trabajo con prestigio social remunerado y reconocido. Vas a poder mostrar tu mejor cara que va a ser apreciada por los demás, pero sobre todo por ti misma. El problema empieza cuando tu trabajo es poco reconocido, te quedas sin trabajo, cuando tus hijos se hacen mayores y ya no hay trabajo en casa o cuando la vejez se impone y la sociedad ya no valora tu capital tanto como lo hacía antes… ¿entonces qué queda?
Muchas personas que se reconocen por su trabajo, y cuando éste falla, se sienten vacías y sin rumbo. El ego a menudo se esconde detrás de esas palabras de desánimo, justificando su malestar con frases como «no me gusta lo hago”, no aporto valor a la sociedad», «no soy productivo», «no sirvo para nada», «no hago nada», «nadie me reconoce» y «nadie me necesita». Tal vez ese vacío sea una oportunidad para explorar lo que se encuentra detrás de la máscara del «qué hago» y descubrir que quizás estemos dando demasiado valor a algo que es efímero. El día en que nos enfrentemos a nuestra propia muerte, es posible que no nos importe tanto lo que hicimos, sino quiénes realmente fuimos.
Entonces me imagino a otra persona desconocida que se acerca y pregunta, ¿y tú quién eres? ¿Cuáles son tus valores? ¿Tus pasiones? ¿Tus inquietudes?, ¿Qué te mueve?, ¿Qué resuena en ti? ¿Qué hay detrás de ese cuerpo y esa mente? Igual esa pregunta genera incomodidad, es demasiado profunda como para comentarla con un desconocido e incluso para hacérsela a un@ mism@. Sin embargo, esa incomodidad puede indicar que es una pregunta que deberíamos hacernos más a menudo, en lugar de perder tanto tiempo pensando en lo que hacemos o en lo que deberíamos hacer. Y eso me lleva a la siguiente reflexión:
- No es lo que haces lo que importa, sino quién eres cuando lo haces.
- Eres la misma persona, independientemente de lo que estés haciendo, ya sea en una reunión de altos ejecutivos o lavando los platos en tu casa.