Mi niña interior era tímida y callada. No hacía mucho ruido para no molestar al resto. Prefería pasar desapercibida, que no la miraran y que mucho menos la hicieran hablar o mostrarse delante de la gente. Durante mucho tiempo de adulta, miré a mi niña interior con pena y tristeza, incluso vergüenza. Pensé que esos sentimientos eran sólo cosa del pasado, pero a través de mi trabajo personal entendí que la forma en que la miraba también era algo que sentía sobre mí en el presente. Mi entorno me decía que la forma en que yo la miraba era sesgada, mis padres o familia veían otra cosa, ¡“pero si fuiste una niña feliz!” Lo que entendí al final es que no importa cómo los demás la vieran, importa lo que yo sentía dentro de mí al mirarla.
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Mi trabajo personal, y el recuentro conmigo misma me ayudó a transformar esa mirada. Dejé de juzgarla encontrándome con ella, abrazándola y ofreciéndole palabras de comprensión. “Estoy a tu lado siempre”, le dije. Y así es como he ido transformando el juicio en un abrazo de aceptación de lo que fui y de lo que soy.
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El viaje hacia un@ mism@ es también un viaje al pasado de reencuentro con tu niñ@ interior. No es necesariamente un viaje de dolor dónde necesites revivir los traumas o heridas que te marcaron en el pasado. Pero sí es un viaje que requiere que te mires en todas tus dimensiones, en todas tus experiencias. Porque al final, aunque seas un ser que está en continua transformación, tu YO de hoy es el resultado de un cúmulo de experiencias vividas y de un cúmulo de YOES que requieren que los reconozcas, aprendas de ellos y los aceptes. Si no lo haces, ese dolor, resentimiento, incomodidad, culpa o juicio que representen, se reproducirá en tu presente muchas veces de forma abrupta e inesperada. Seguirá mostrando una herida o un bloqueo que no está sanado, del que no has aprendido.
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El diálogo contigo mismo, la verdadera conexión con tu YO es lo que hará sanar esa herida. El dialogo interno necesita espacio, silencio, pausa y descanso. Si te alejas y huyes de ti mediante tu mundo de afuera y te enfocas en agradar a los demás y cumplir con lo que mundo externo y ajetreado crees que te exige, huyes de ti, y también de tu niñ@ que sólo necesita que le/te escuches y, sobre todo, lo abraces.
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Abrazos,
Sofi
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