Hay personas que son disruptivas por naturaleza. Nacen en un entorno en el que no se consideran bienvenidas, entendidas o comprendidas. Son personas que vienen a movilizar el status quo establecido, marcado por patrones familiares principalmente, pero también normas y qué haceres del entorno. Los niñ@s disruptiv@s crecen y se dan cuenta que su entorno, los hábitos de vida, las formas de vivir y pensar de su alrededor no tienen nada que ver con ell@s. Son personas inconformistas, no se conforman con el “esto es así porque sí”, quieren entender, comprender, dar sentido a su realidad y decidir. Por encima de todo, quieren ser aceptados por lo que son. Generalmente sus primeras reacciones a un entorno que no les acepta, que no entienden y que consideran hostil, son el enfado, la rabia, el encierro en uno mism@, la resignación, apatía e incluso en algún momento, el uso de estupefacientes para huir de una realidad que no les gusta y en la que sienten que no son comprendid@s ni aceptad@s.
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Si te consideras una persona disruptiva, tu principal reto en la vida es aceptarte por lo que eres, valorarte, quererte por tu forma de ver las cosas y por las diferencias que observas en ti. Igualmente, la paz que buscas la encontrarás si también aprendes a aceptar que tu entorno navega en aguas distintas a la tuya y que te toca convivir con él. Tu misión es mantenerte firme y ser fiel a ti mism@ pero también aceptar tu diferencia y la de los demás.
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Si eres una persona que convive con una persona disruptiva, te toca aprender a escuchar, entender y aceptar su diferencia, que es necesaria para movilizar y cambiar las cosas. Vivimos en un cambio constante que nos obliga a movernos y ser flexibles en nuestro pensar y en nuestro actuar. Las personas disruptivas nos enseñan muchas veces a cambiar y salir de nuestra zona de confort. A través de su diferencia ayudan a mover las estructuras que se mantienen rígidas y que no se adaptan.
Las personas disruptivas nos muestran lo que no queremos mirar, lo que no queremos entender, lo que no queremos aceptar.
Abrazos,
Sofi
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