Cuando me pongo las gafas del miedo, siento que éste se apodera de mí y vivo con la sensación de que no controlo lo que está pasando, me siento amenazada y en alerta constante. Muchas veces mi miedo se manifiesta ante amenazas «no reales» (porque no están pasando en mi presente) . Siento que mi organismo responde y se defiende igual que como si eso que está pasando por mi pensamiento, (y no en mi realidad del aquí y ahora), fuese real. Mis defensas actúan y someten a mi cuerpo y mente a un estrés que creen necesario para defenderme de esa amenaza ficticia que me he creado.
Mi necesidad de control me hace anteponerme al presente porque el futuro imaginario parece más seguro. El miedo me hace creer que, si me antepongo a los acontecimientos, de alguna forma sabré como reaccionar a lo que pueda pasar. Sin embargo, por mucho que quiera anteponerme al futuro, la vida me pone ante situaciones que no espero y me grita una y otra vez que no tengo el control, y que cuanto más quiera aferrarme a él, más caeré en el abismo de la incertidumbre y por tanto, peor me sentiré.
Siento que el miedo es como este virus con el que no tenemos otro remedio que convivir. Se reproduce y expande como la pólvora, no en los mayores y enfermos, sino en las mentes controladoras.
El miedo contagia más que la variante OMICRON, el problema es que no hay vacuna que lo pare, la ventaja es que tú si puedes hacerlo.
Abrazos,
Sofi
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