Responsabilidad emocional

Cuando te sientes responsable de las emociones de los otros que no te gustan, te generas una carga que no es tuya. Eso te lleva a no aceptar su emoción pero tampoco tu propia responsabilidad sobre lo que esa emoción te hace sentir.

Si por ejemplo tu amigo/a, compañero/a de trabajo o tu pareja se enfada contigo puedes sentir un peso cuando te responsabilizas de que se sienta enfadado por algo que le has dicho/no dicho, hecho/ no hecho.  ¿Qué puede estar pasando?

Al responsabilizarte de su emoción la sientes tuya y eso te provoca incomodidad, enfado o frustración. No aceptas la emoción del otro por lo que esa emoción de hace sentir a ti. Como no la aceptas, tu tendencia puede ser querer cambiarla. Entonces ideas una serie de estrategias pasivas o activas, conscientes o inconscientes para que esa persona se sienta menos mal o menos enfadada o sino para que se sienta culpable de haberte hecho sentir así.

¿Por qué lo haces? Porque te sientes RESPONSABLE

Ante este hecho puedes optar por tomar diversos caminos, cada uno dependerá del estado de consciencia que tengas sobre la situación a la que te estás enfrentando y en sobre como tú estás gestionándola.

Puedes optar por ignorar a esa persona que ha mostrado el enfado hacia ti. Como no toleras su enfado y su disgusto te vas y cortas comunicación.

OBSERVA lo que significa “pasar” de esa persona. Pregúntate si detrás de esta ignorancia se esconde la no aceptación. Puede que no estés aceptando su enfado o su rechazo, te moleste y por eso se lo devuelvas con tu pasividad y tu silencio. La huida puede mostrar las pocas ganas que tienes de enfrentarte a la emoción que te provoca el no gustar y no cumplir con las expectativas de los otros, a lo poco que te gustas a ti mismo, o a la incapacidad para gestionar no ser aceptado/a

Otra opción es querer cambiar lo que el otro siente y su enfado.

OBSERVA si detrás de esta actitud existe un miedo a no gustar y si con las ganas de cambiar la emoción del otro estás haciendo o diciendo cosas que no responden a realmente quién eres. Igual prefieres cambiar tú a quedarte con la sensación de que a alguien no le gustas, no te acepta o no has cumplido con sus expectativas. Cuando cambiamos quienes somos para gustar a los demás, no nos respetamos, nos perdemos en los otros para responder a sus necesidades sin tener en cuenta las nuestras y perdemos nuestros propios límites.

La opción mas común, es enfadarte tu y enfrentarte a esa persona para decirle que no te gusta y no acepas su emoción. Si respondes con la misma energía con la que te sientes atacado o juzgado, entraras en una escala de conflicto y desgaste que probablemente no te lleve a sentirte mejor. No se trata de ganar o perder nada sino de entenderte y aprender.

OBSERVA si alguna de estas opciones aparece, pueden mostrar tu necesidad de control y tu no aceptación. Centras tu energía en cambiar las emociones de los otros simplemente por el hecho de no querer responsabilizarte sobre tus PROPIAS EMOCIONES

Otra opción, que no siempre es fácil, es aceptar su enfado y no hacerlo tuyo, independientemente de que te guste o no.

No responsabilizarte sobre las emociones de los demás PERO SÍ DE LAS PROPIAS. Cada persona siente cosas distintas ante una misma situación, nuestro egocentrismo nos lleva a pensar que somos nosotros los que creamos estas emociones cuando al final, simplemente actuamos de espejo y mostramos cosas que los demás tienen dentro y necesitan observar sobre sí mismos. Eso no significa que  nosotros no debamos hacer nuestro propio trabajo y que no debamos responsabilizarnos sobre esa emoción que la situación te está generando. Tal vez el enfado de esa persona te lleva a observar tu inseguridad, tu miedo a no ser querido, tu necesidad de control, tu exigencia al no poder hacer algo lo suficientemente bien. La CLAVE es separar lo que es TUYO y lo que NO. Identificar cual es tu aprendizaje de la situación y soltar lo que es del otro.

  • Aceptar la emoción del otro es comprender al otro, entender su mirada (que es distinta a la tuya), su óptica sobre las cosas y sobre las situaciones.
  • Aceptarla es también poner límites, “esto es tuyo, no me lo cargues a mi”. Yo lidio con lo mío (la emoción que me provoca tu actitud) y tú con lo tuyo
  • Aceptar es liberarte de la responsabilidad sobre el otro, pero también liberar al otro de tu imposición

Lo importante de cada situación o experiencia, NO ES SOLO OBSERVAR LO QUE TE HACE SENTIR SINO EL APRENDIZAJE QUE SACAS DE ESA EXPERIENCIA SOBRE TI MISMO/A